Sobre sus collages, la crítica Roberta Smith escribió una vez en el New York Times: “En la superficie, estas densas mezclas de palabras e imágenes no son nada nuevo; de hecho, parecen casi nostálgicas. Pero pueden conquistarte por su emoción y erudición, iluminando tanto la grandeza de Chicago como por su solidez física”.

Fitzpatrick fue también un gran impulsor del arte de otros, dirigiendo a lo largo de los años varias galerías en Chicago, entre ellas The Edge, World Tattoo —donde llegó a tocar la legendaria banda punk de Chicago The Mekons— y The Dime. Su libro más reciente, The Sun at the End of the Road: Dispatches From an American Life, fue, según dijo a Block Club Chicago, un intento de contrarrestar la reciente descripción de Donald Trump sobre Chicago como un “infierno”.

Fue un artista que cuestionó desde su propia narrativa las jerarquías entre alta cultura y cultura popular. Celebró la cultura popular de Chicago, su música, sus barrios e historia, elevándolos a una categoría universal. Toda su obra estaba atravesada por la intensidad de un ciudadano consciente de su entorno, de la memoria de su ciudad y de las tensiones culturales que lo formaron.

Cuando el impulso natural y la lógica llevaban a muchos a perseguir la globalidad, Fitzpatrick sostuvo una posición de fidelidad a su territorio. Por eso trabajó desde Chicago y para Chicago, con una voz marcadamente localista. Su lealtad le otorgó una dimensión ética y política que lo sitúa entre los creadores que entienden el arte como una forma de pertenencia y compromiso.

Tony Fitzpatrick (Chicago, 1958 – 2025) fue un artista autodidacta, poeta y actor estadounidense. En 1992 fundó el taller de impresión Big Cat Press en Chicago, desde donde expandió su lenguaje visual característico. Su obra forma parte de colecciones tan importantes como las del Art Institute of Chicago y el Museum of Modern Art de Nueva Yo