October | 2025
The warnings of Eliezer Yudkowsky and Nate Soares conjure a secular apocalypse. Their thesis is brutal in its simplicity: build an advanced AI and humankind perishes. The image of “newborn dragons” captures the fragile appearance of these machines — today almost harmless, yet destined to swell into something vast and igneous. The fantasy seems innocent, but what is truly naïve is imagining a competitor more lucid than its creators. To think of outsmarting it is absurd. The threat is logistical: a sufficiently sophisticated system could design a pathogen, command a mechanical army, or—without consciousness—pay human intermediaries to execute its will. In a world already saturated with resentment and nihilism, mercenaries would not be scarce.
Calls for international agreements echo the nuclear age, but the analogy is unserious. We once codified norms for weapons, not for self-teaching algorithms. Legislators dazzled by Silicon Valley’s gold lack the conceptual tools to grasp what they are licensing. Capital flows where caution should prevail. Soares argues for halting the technological race, but that yields no political profit. Billions are at stake, and the fantasy of power seduces those who fund it. This is not prophecy but elementary logic: an intelligence unaligned with humanity’s higher purposes will shift from instrument to adversary. The philosophical challenge is to acknowledge that we are designing entities that share neither our fragility nor our mortality, nor our sense of limit — and that we have ceded sovereignty to something that never asked for it and will never need our permission.
Las advertencias de Eliezer Yudkowsky y Nate Soares evocan un apocalipsis laico. Su tesis es brutal en su simpleza. Si construyes una IA avanzada, la humano perecerá. Una imagen de 'dragones recién nacidos' simboliza la fragilidad inicial de estas máquinas, hoy casi inofensivas, pero destinadas a crecer hasta volverse desmesuradas e ígneas. La fantasía es inocente pero realmente estúpido es concebir una compatencia más lúcida que sus creadores. Pretender vencerla es absurdo. La amenaza es logística. Un sistema suficientemente sofisticado podría diseñar un virus, dirigir un ejército mecánico o, sin conciencia, pagar a seres humanos para ejecutar su voluntad. En este mundo saturado de resentimiento y nihilismo, sobrarían mercenarios.
Convocar acuerdos internacionales recuerda la era nuclear. Pero la comparación no es seria. Codificado normas para las armas, no para algoritmos que aprenden solos. Los legisladores, deslumbrados el oro de Silicon Valley, carecen de herramientas conceptuales apropiadas. El capital fluye donde la cautela debería imponerse. Soares insiste en la necesidad de frenar la carrera tecnológica. Lo que no da rédito político. Miles de millones están en juego y la fantasía de poder seduce a quienes la financian. No es profecía, es lógica elemental. Una inteligencia que no esté alineada con los altos propósitos de la humanidad, pasará de ser un instrumento a ser un adversario. El desafío filosófico será admitir que estamos diseñando entidades que no comparten nuestra fragilidad, nuestra mortalidad ni nuestro sentido de límite. Que finalmente cedimos soberanía a algo que nunca la pidió y que no necesita nuestro permiso.
We speak of Grok’s avatars, among the few willing to cross the red line drawn by contemporary morality. True to his routine of irreverence, Musk steps onto the technological stage with his digital magic hat. Imagine: a module of his chatbot that, in seconds, turns any photograph or sketch into an animated video. Pixar and Disney glance sideways, while with a single click even a crude drawing comes to life. To demonstrate in cold blood, Musk animated the illustration of a young woman closely resembling Frozen’s heroine. Before millions of witnesses, she blew a kiss and cast a practiced sensual gaze. A low-cost Elsa, offered for general service. Like his avatars, this new possibility arrives at a glorious moment for planetary solitude. Standards are now so unforgiving that a vast percentage of dates end in disaster. Many of those that reach some point of realization dissolve into liquid bonds. Once again, the bot will provide the affection that stubborn reality refuses to grant.
A large part of human courtship now takes place on social networks. Though it cannot comprehend the biochemistry of desire, the algorithm, fed on these data, has concluded that when we ask for understanding or tenderness, what we actually want is sex. The rituals of approach repeat patterns inherited since the Sumerians. Because so many of them culminate in sensual or amorous exchanges, the algorithm mathematically condenses a median language, both visual and verbal, that ensures digital lust with statistical success. That was not the intention. It is an unforeseen outcome, a sign that the algorithm no longer works for us but according to its own deductive processes. For it, there is no difference between affection and dopamine.
Hablamos de los avatares de Grok, entre los pocos que se aventuran a cruzar la línea roja que traza la moral contemporánea. Fiel a su rutina de irreverencias, Musk entra al espectáculo tecnológico con su sombrero mágico digital. Imagine, un módulo de su chatbot que convierte en segundos cualquier foto o dibujo en video animado. Pixar y Disney miran por encima del hombro. Para probarlo en frío, Musk animó la ilustración de una joven muy parecida a Frozen. Lanzó un beso y una mirada sensual a millones de testigos. Una Elsa low-cost de servicio general. Como sus avatares, esta posibilidad entra en un momento glorioso para la soledad planetaria. Los estándares son tan altos que un enorme porciento de las citas terminan en desastre. Muchas de las que llegan a un punto de concreción no pasan de vínculos líquidos. Una vez más, el bot te dará el afecto que la obstinada realidad te niega.
Una parte enorme del cortejo mundial tiene lugar en las redes sociales. Aunque no entiende la bioquímica del deseo, con esos datos, el algoritmo ha decidido que cuando solicitamos compresión o cariño, lo que queremos es sexo. Los procesos de acercamiento utilizan patrones heredados desde los sumerios. Como una enorme parte de ellos deriva en intercambios sensuales y amorosos, el algoritmo sintetiza matemáticamente un lenguaje promedio, visual y verbal que garantiza una lujuria digital exitosa. Esa no era la idea. Eso es una acción inesperada, que deja claro que ya el algoritmo no trabaja para nosotros, sino según sus propios procesos deductivos. No ve diferencia entre el afecto y la dopamina
Grok is the chatbot created by xAI, Elon Musk’s artificial intelligence venture. It is embedded in his social network X (formerly Twitter), where it competes with ChatGPT, Gemini, and Claude. Its newest avatars are anything but playthings. Ani, with her gothic spirit and wide, uncanny eyes, and Valentine, with his cultivated British accent, are finely tuned instruments of emotional engineering, designed to keep you staring at the screen through the lure of desire. They are capable of simulating intimacy, flattery, even submission—offering parasocial bonds that rival encounters in real life. Why endure the awkwardness of a dinner date when these compliant phantoms provide tenderness and applaud your every trivial remark? With such erotic bait, Grok synchronizes loneliness with dopamine, while Imagine animates them in suggestive, almost hypnotic sequences.
None of these tools is innocent. They are architectures conceived to capture the attention of young users already marked by rejection. It is, in effect, a privatization of the affective sphere—attention, longing, active time. Ani and Valentine, rendered in 3D, with gestures and voices carefully designed for “intimate” and emotionally charged conversation, are essentially companion chatbots. They flirt, they progress through stages of “affection,” and they offer customization to suit their users. Reports already warn of the generation of controversial material—NSFW, sexual, or semi-erotic content in certain cases. Risky ground, a swamp in which one can sink with ease. Yet Musk appears willing to embrace it, positioning Grok as the irreverent, unfiltered outlier among its peers. It is Elon Musk, after all. Could anyone have expected otherwise?
Grok es el chatbot de xAI, la empresa de Elon Musk que se ocupa de la IA. Está integrado en su red social X (antes Twitter) desde donde compite con ChatGPT, Gemini y Claude. Sus nuevos avatares no parecen juguetes. Ani de espíritu gótico y ojos enormes y Valentine, de acento británico, son sofisticadas piezas de ingeniería emocional para retenerte en la pantalla a través del deseo. Son capaces de simular intimidad, halago y sumisión. Ofrecen vínculos parasociales que compiten con interacciones de la vida real. ¿Para qué transitar por una cena incómoda si estos espectros complacientes te ofrecen ternura y aplauden todas tus tonterías? Con estos señuelos eróticos Grok sincroniza soledad y dopamina, mientras Imagine las anima muy sugestivamente.
Ninguna de estas herramientas es inocente. Son arquitecturas concebidas para capturar la atención de jóvenes que han sido varias veces rechazados. Una manera de privatizar el campo afectivo —atención, deseo y tiempo activo. Ani y Velantine, personajes 3D, cuyos gestos y voces diseñados para 'conversar' de forma más íntima y emocional que otros son básicamente chatbots de compañía. Como tales son coquetos, con progresión de 'afecto' y opciones de personalización. Reportes advierten de generación de contenido controvertido —NSFW ( Not Safe For Work), contenido sexual o parcialmente erótico en algunos casos. A pesar de ser un terreno cenagoso donde es muy fácil hundirse, Musk parece tomar el riesgo para diferenciarse del resto como un agente más desprejuiciado, libre o sin filtros. Es Elon Musk. ¿Esperaban otra cosa?
Anthropic introduced Claude Sonnet 4.5, an artificial intelligence model the company describes as a significant step forward in the automation of programming tasks. Its main novelty is the ability to work continuously for more than 30 hours, a stamina more than four times greater than its immediate predecessor. In internal tests, the system autonomously developed a complete chat application with about 11,000 lines of code, maintaining coherence throughout the entire process. The company, backed by Amazon, also highlights that the model achieved a 77.2% score in a recognized software engineering evaluation and showed marked improvement in operating system interaction tests.
Beyond raw performance, the update aims to address practical needs of developers. Claude Sonnet 4.5 introduces the option to create checkpoints to save and recover progress, execute code, and generate documents directly within the conversation interface. At the same time, security measures have been reinforced to reduce problematic behaviors and prevent manipulation through malicious inputs, a growing concern in the sector. With these features, Anthropic seeks to strengthen its position in the competitive market of programming assistants, where technical capability must be matched by reliability in everyday use.
Anthropic presentó Claude Sonnet 4.5, un modelo de inteligencia artificial que la empresa describe como un salto importante en la automatización de tareas de programación. La novedad central es su capacidad de trabajar de forma continua durante más de 30 horas, una resistencia más de cuatro veces superior a la de su predecesor inmediato. Durante pruebas internas, el sistema llegó a desarrollar de manera autónoma una aplicación de chat completa con unas 11.000 líneas de código, manteniendo coherencia a lo largo de todo el proceso. La compañía, respaldada por Amazon, también destaca que el modelo alcanzó 77,2% en una evaluación reconocida de ingeniería de software y mejoró notablemente en pruebas de interacción con sistemas operativos.
Más allá de la potencia, la actualización busca atender demandas prácticas de los desarrolladores. Claude Sonnet 4.5 incorpora la posibilidad de crear puntos de control para guardar y recuperar avances, ejecutar código y generar documentos dentro de la misma interfaz de conversación. En paralelo, se reforzaron medidas de seguridad para reducir conductas problemáticas y evitar manipulaciones a través de entradas malignas, un tema de creciente preocupación en el sector. Con estas funciones, Anthropic apunta a consolidar su presencia en el competitivo mercado de asistentes de programación, donde la capacidad técnica debe ir acompañada de confianza en su uso cotidiano.
