
Autorretrato, collage digital perteneciente al proyecto titulado ALLEGORIA, del artista Omar Victor Diop.
El fotógrafo senegalés Omar Victor Diop recibió el Royal Photographic Society (RPS) Award for Achievement in the Art of Photography. Es un galardón que se concede cada año a un autor en reconocimiento a un logro personal notable en el arte de la fotografía o de la imagen en movimiento. No es un premio a su trayectoria, sino a un grupo de obras, o a un resultado especialmente significativo. Diop, combina retrato escenificado, referencias históricas y cuestiones de identidad y representación. Instituciones como la Fondation Louis Vuitton y el Brooklyn Museum han exhibido su trabajo en el pasado. Tras iniciarse en el paisaje y la moda, ha mantenido una línea más vinculada al autorretrato y al arte en general. Su proyecto Being There, realizado junto a Lee Shulman, fue nombrado Libro del Año en los AP Awards, a partir de una serie en la que el artista se inserta digitalmente a sí mismo —con ropa de la época— dentro de viejas imágenes domésticas de familias blancas estadounidenses, tomadas en los años de la segregación. Los originales proceden del archivo de The Anonymous Project, centrado en diapositivas de la clase media blanca. Su presencia repentina en escenas de comidas familiares, vacaciones o celebraciones, subvierte silenciosamente ese imaginario al introducir un cuerpo negro allí donde nunca estuvo, forzando a reconsiderar quién aparecía y quien quedaba fuera, de la representación visual lo que se llamó “sueño americano”.
Más allá de la noticia, quiero destacar una proyección común que vengo percibiendo en la fotografía que nos llega desde el tercer mundo o la periferia. Veo una opción de auto-representación que prescinde del victimismo y de la épica ingenua. La voluntad de decidir la manera en que quiere ser visto, como ilustrando una mitología propia. Una vez más los pájaros participan de lo inocuo de la escenificación y a la vez parecen ser extensiones naturales del cuerpo multiplicado. Nos hablan de lo delicado, de lo raro, de la belleza protegida y también por supuesto de la fragilidad y de su vuelo en potencia.

Este autorretrato de 2014 se basa en una pintura de Jaspar Beckx, hacia 1643, en la que el artista se representa a sí mismo como su propio sujeto: Don Miguel de Castro, emisario del Congo. Don Miguel de Castro, emisario del Congo. Don Miguel de Castro y dos criados llegaron como parte de una delegación enviada por el gobernante de Sonho, una provincia del Congo, que viajó a través de Brasil rumbo a los Países Bajos. Uno de los objetivos del viaje era encontrar una solución a un conflicto interno en el Congo. Pintura original atribuida a Jaspar Beck o Albert Eckhout.
Photograph: Omar Victor Diop/Courtesy the Royal Photographic Society
Si hay tensión es prácticamente imperceptible entre lo lúdico y la solemnidad. La puesta en escena propone tomar en serio el gesto, la alegoría identitaria, la declaración de pertenencia y la memoria cultural. Da la sensación de un autor que se reconoce escrutado por el entusiasmo cauteloso del arte occidental. En lugar de entrar en narrativas ajena, construye su propio escenario y ocupa su centro, en paz, en calma, sin pedir permiso. Es la tercera vez que veo declaraciones como esta, en los últimos dos meses. Lo que me resulta llamativo es que no deja de utilizar los códigos del exotismo —colores saturados, telas, pájaros casi irreales, flores y anchas hojas tropicales, hinchadas de clorofila— que en el imaginario occidental suele usar para marcar al Otro, pero en una orquestados de modo muy personal, con un toque artificioso. Lo que hace que el exotismo se lea más como cita que como sumisión.
Por otro lado, la imagen tiene presencia estética para las editoriales de lujo globales. Las referencias a “lo africano” asociadas al “sur global” sugieren la conquista del derecho a producir —con sus propios elementos identitarios— imágenes sofisticadas del repertorio del “primer mundo”. Una vez más, son la humildad imprescindible, sin más, en igualdad de condiciones.
En el siguiente texto, otra de las artistas premiadas, también muy interesante.

“Una narración reinventada de la historia del pueblo negro”: así define Omar Victor Diop su serie Liberty. Combinando autorretratos y puesta en escena, el artista senegalés revisita, sin lamentación, episodios clave de la protesta negra. Este trabajo se expuso en 2017 en el Festival de La Gacilly, en Bretaña (Morbihan).
El 1 de diciembre de 1944, en un campamento militar de Thiaroye, en Dakar (Senegal), un grupo de tirailleurs africanos, antiguos prisioneros de guerra, se manifestó para reclamar el pago de las indemnizaciones y del haber acumulado que Francia les venía prometiendo desde hacía meses. Las autoridades coloniales ordenaron una sangrienta represión. Setenta de estos soldados fueron abatidos sin previo aviso. El recuerdo de esta masacre permanece intensamente vivo en la memoria colectiva del África francófona. OMAR VICTOR DIOP – Cortesía Galerie Magnin-A








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